Tenemos que ir a predicar de Jesucristo

MIAVAC Praderas, pastor Leonardo Montes Salazar
Acapulco, Guerrero

Su servidor Leonardo Montes Salazar y mi esposa Cleofás Acevedo, somos pastores en Acapulco, Guerrero. Pastoreamos la Iglesia Miavac Praderas. Mi esposa es de Collantes, Pinotepa, Oaxaca. En ese lugar vive bastante familia de mi esposa y conocidos. Al ver la necesidad que existe ahí, mi esposa me dijo: «Tenemos que ir a predicar de Jesucristo» y movidos por el amor a Dios pusimos este viaje en oración.

Con los folletos Cambio o fracaso, Tu adicción tiene solución, Se puede salir del alcoholismo, Carta de amor paternal y ¿Has encontrado lo que buscas?, y la compañía de 5 hermanos emprendimos el viaje 5 horas de distancia para llevar la Palabra de Dios.

Decidimos estar allá una temporada para predicar que Jesucristo salva, sana y transforma el corazón del hombre. Llegamos a la comunidad, ahí el trabajo que desarrollan son la pesca y el campo. Es un clima caluroso, y existe mucho desempleo y analfabetismo.

La gente se gasta lo poco que gana en bebida, y lo más triste y preocupante son sus adicciones. Un porcentaje muy elevado de los jovencitos consumen algún tipo de droga. El transporte más común es en moto y debido a su manera de transportarse y por los efectos de las drogas, han sufrido accidentes y han llegado hasta morir por andar ebrios.

Al llegar a Collantes, Pinotepa, Oaxaca comenzamos a evangelizar casa por casa. Nadie se negó a escuchar y al concluir 2 días completos de evangelismo, convocamos a niños, jóvenes, adultos a un culto en casa de un familiar. 10 personas recibieron a Cristo, de todas edades chicos y grandes y ahí, iniciamos una célula.

Adoramos a Dios, les compartimos la enseñanza de la palabra de Dios, tenemos tiempo de oración, pidiendo que Dios tenga misericordia de la niñez y la juventud  en Collantes .

Ahora, por el paso del huracán, tuvimos que volver a Acapulco, Guerrero para apoyar en trabajo. Pero Collantes quedó al frente de este grupo de almas y para atender a los hermanos, Rufino Acevedo, quien es de Acapulco pero vive allá. Los cultos se celebran en su casa. Nosotros, la iglesia de Acapulco les hemos proporcionado 30 sillas para que tengan dónde sentarse a escuchar la Palabra de Dios.

Se han seguido reuniendo para alabar a Dios y ahora están recibiendo alimento espiritual y se han alejado de su vieja manera de vivir; ahora hay hogares transformados. Es grato para mi esposa y para mí ver a nuestra familia y conocidos rendidos a Cristo, alabando a Dios. Cada vez que visitamos esa misión, el número es mayor. Dios sigue salvando las almas.

Se parte de este ministerio

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