Sigo en las calles, pero ahora dando mi testimonio

Iglesia Jehová Reina, pastora Maday Merari Balderrama
Huatabampo, Sonora
Es triste aceptar que el ser humano es tan insensato, que tiene que pasar por circunstancias muy difíciles en su vida para poder buscar de Dios y reconocerle como su Salvador. Así me pasó a mí. Siendo joven la Palabra de Dios llegó a mi vida, sin embargo, siempre la rechace. Sentía que Dios no era necesario en mi vida.
Fui un niño normal hasta la edad de 16 años, cuando por la influencia de malas amistades, comencé a inducirme en el alcoholismo. Con el paso del tiempo, caí en las adicciones y así, mi vida se iba desgastando en este mundo de perdición. Mi madre siempre se preocupó por mí, en muchas ocasiones fue a buscarme a las calles donde yo me drogaba, me pedía que regresara a casa y que retomara mi vida por el buen camino, pero yo hacía oídos sordos a esas palabras.
Recuerdo que en una ocasión, encontré a un amigo de la infancia. Me acerqué para pedirle una moneda a fin de saciar mi vicio. Al principio pensé que no me reconocería pero en cuanto el me vio, dijo mi nombre con una gran admiración y preocupación a la vez. Conversamos por un rato y me habló de como Jesús había cambiado su vida. No le tomé importancia y de la misma forma como lo hacía con mi madre, hice oídos sordos a los consejos de mi amigo. Él se despidió de mí y continuó su camino.
Al poco tiempo, nuevamente mi madre volvió a buscarme y esta vez ella también me habló de Jesús. Me dijo que lo había aceptado en su corazón y que estaba orando por mí. Yo le hice ver que no era necesario, que mi vida eran las calles y los vicios y que ya nadie podría sácame de ahí.
A causa de mis adicciones comencé a perder a mi familia y me di cuenta que me dirigía a la muerte. En un último intento por salvarme, mi madre se acercó pero esta vez fue acompañada de algunos hermanos de la iglesia que comenzaron a platicar conmigo. Me hicieron ver el daño que le estaba causando a mi familia y a mi cuerpo y antes de irse me dejaron un folleto que decía Tu adicción tiene solución. Cuando leí el folleto, pude sentir como si alguien estaba hablando directamente a mi vida y me hizo reflexionar mucho.
Tomé la decisión de alejarme de los vicios y me interné por voluntad propia en un centro de rehabilitación para las adicciones. Estando ahí, los hermanos que me regalaron el folleto nunca dejaron de visitarme y estar al pendiente mío durante cuatro meses que estuve internado.

En este lugar tuve la dicha de conocer a Jesucristo como mi Salvador; pude ver como el transformó mi vida en tan poco tiempo y sobre todo pude sentir Su amor hacia mí.
En la actualidad nos encontramos en un ejido llamado San Antonio, en las afueras de la ciudad Huatabampo del estado de Sonora, compartiendo mi testimonio con las personas y llevando el mensaje de salvación casa por casa, con la ayuda de los folletos que un día transformaron mi vida. Gracias a Dios y a las campañas de evangelismo que hemos estado realizando tanto aquí como en otras comunidades, logramos establecer una pequeña misión en San Antonio, dónde las personas han comenzado a asistir a los estudios bíblicos que estamos brindando.
Hugo Buitimea
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Dios le Bendiga hoy y siempre y siga ensanchando su territorio
Hay hermanos cristianos que no creen que un pequeño mensaje impreso, puede ser la llave que Dios utiliza para transformar vidas. Leemos en la Biblia (Hebreos 4.12): “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Así sucedió con Hugo en esta historia. Los folletos de Cruzada Mexicana están basados única y exclusivamente en la Palabra de Dios. Búscanos para que te proveamos de los que necesites.