¡No tengo cáncer, Dios me sanó!

Ministerios Belén, pastor Miguel Velazquez Rodríguez
Tlajomulco, Jalisco
Es grande la necesidad que se llega a vivir cuando tienes un familiar hospitalizado. Muchos que dicen ser tus amigos se alejan y te abandonan en medio del problema. Es en esos momentos cuando deseas tener un hombro en que apoyarte o alguien que te brinde una palabra de ánimo y esperanza.
Como iglesia hemos abrazado ese sentir de las personas y todos los jueves, compartimos con aproximadamente 150 a 200 personas en el área de urgencias del hospital aquí en Tlajomulco un plato de comida. Aprovechamos el momento para llevarles una palabra de fe y esperanza para sus corazones angustiados.
Los folletos del ministerio Cruzada Mexicana han sido de gran edificación para quienes se los compartimos. Recuerdo muy bien una ocasión en que como todos los jueves, llegamos al hospital y me encontré con doña Esperanza. Una mujer de 45 años, quien se encontraba sentada en una de las bancas a las afueras del hospital. Me dirigí a ella, le obsequié un plato de comida y nos quedamos conversando por un buen rato. Me platicó que se sentía muy angustiada pues estaba por entrar a consulta y tenía la ligera sospecha de tener cáncer en uno de sus senos. Le hablé de Dios y de que era necesario depositar su confianza en Él. En ese momento, una enfermera la llamó a consulta.
Me quedé muy atenta a esperar el momento en que saliera para saber cómo le había ido. Lamentablemente, su semblante no era nada bueno; me platicó que el diagnóstico del médico era lo que ya sospechaba, un posible cáncer en el seno izquierdo, por lo cual, tenía que hacerse más estudios. La abracé y le pregunté si podía orar por ella, a lo cual aceptó.
Le regalé el tratado La vida asombrosa de Jesucristo; le hable del gran amor de Dios y como su hijo Jesús había vencido a la muerte y como por medio de Él tenemos derecho a la salud y la salvación. Intercambiamos números de teléfono para seguir en comunicación.
Días pasaron y entonces recibí una llamada de ella. Me invitaba a su casa a tomar un café pues deseaba conversar conmigo. Al llegar a su domicilio, la noté muy feliz. Le pregunté a que se debía su alegría y sólo me dio un sobre, al abrirlo noté que eran los estudios que el médico le había mandado a realizarse. Me explicó que ese día había ido a consulta y el médico se quedó sorprendido al ver que sus resultados habían salido totalmente limpios.
Con una voz muy eufórica me dijo: “¡No tengo cáncer, Dios me sanó!”. Compartí su alegría y me contó que desde el día que habíamos platicado en el hospital, estudió mucho el tratado que le obsequié; comprendió lo mucho que Dios quiere al ser humano y no dejó de hacer oraciones en su hogar.
Ahora doña Esperanza ha aceptado a Jesucristo como su Salvador y está acudiendo a las reuniones de mujeres que realizamos en la congregación y está por integrarse a un grupo de discipulado muy cerca de su hogar.
Alabamos a Dios por el milagro que hizo en la vida de esta persona y agradecemos a Cruzada Mexicana pues a través de sus folletos y tratados, las personas pueden tener un conocimiento más pleno de quien es Dios.
Artemia Hernández Landeros
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En el libro a los Romanos 5:3 leemos que: “…nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”. Hoy la gente busca palabras de esperanza. Damos gracias a Dios porque la Sra. Esperanza de este testimonio, pudo comprobar personalmente que Dios honra a quien le cree y confía en Él.
¡Cuán urgente es que hoy no cesemos de testificar de Cristo!
a Dios sea la gloria y bendiciones a la sra. Esperanza que siga en el camino que es Jesucristo