¿Quién soy yo para Jesús?

Ministerios Belén, pastor Luciano Alonso Neria
Tepic, Nayarit
Desde el día en que conocí y acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador, nació en mí un ferviente amor por las almas perdidas. Deseaba que todos pudieran conocer a ese Jesús que ahora estaba transformando mi vida, para que pudieran sentir esta dicha y felicidad que había en mi corazón.
Siempre tuve el deseo de salir y compartir la Palabra de Dios, lo cual hice en algunas ocasiones de manera personal ya que cada vez que invitaba a alguien de la iglesia para que me acompañara por una u otra razón no podía. Comencé acercándome a las personas a quienes les tenía mayor confianza y les hablaba de la Palabra de Dios, pero siempre había una pregunta que turbaba mi corazón y en ocasiones era la causante de que yo desistiera en salir a evangelizar.

Esa pegunta que siempre me hacían era: “¿Quién yo soy para Jesús?” En algunas ocasiones daba una respuesta de acuerdo con lo que había aprendido escudriñando la Palabra de Dios, sin embargo, parecía que eso no les era suficiente a las personas. Así, frustrada y agobiada era como muchas de las ocasiones regresaba a casa, por algún tiempo estuve pidiendo a Dios que me ayudara a dar respuesta a esta interrogante que las personas me hacían de una manera clara y sencilla; que pudiera encontrar la manera de llevarles esas palabras que llenaran su corazón al oírlas.
Una tarde el pastor nos comentó que había recibido algunos tratados de evangelismo para quienes deseáramos salir a compartir la Palabra de Dios. Me acerqué con la intensión de conocerlos, la verdad es que no había en mí ese interés por llevármelos, sólo era una simple curiosidad el conocerlos. Pero Dios ya tenía una respuesta a las oraciones que por mucho tiempo no sentí escuchadas y mucho menos sentí que serían respondidas.
Al llegar a la caja y como si mis ojos hubieran tenido un imán, de forma inmediata se enfocaron en unos folletos titulados ¿Quién soy yo para que un rey muriese en mi lugar? Al instante sentí como si una suave brisa hubiera chocado con mi rostro, de inmediato pude darme cuenta de que era Dios quién estaba dando respuesta a mis oraciones. Tomé aquellos tratados, me fui de prisa a casa y al llegar comencé a leer cada una de sus hojas. Era como si Dios mismo estuviera hablando a mi vida. A medida que iba leyendo mi interés por conocer más y más de Dios aumentaba. Sin darme cuenta, terminé de rodillas llorando y dando gracias a Dios por haberme hecho entender por medio de ese tratado cuan valiosos somos para Él.

Sin perder mas tiempo, me fui a visitar a todas esas personas quienes en su momento me hicieron esa pregunta, pero esta vez iba con la firme certeza de que Dios obraría en la vida de ellos.
Hoy le doy gracias a Dios y a Cruzada Mexicana porque gracias a este pequeño tratado y a otros más, muchas personas se han acercado a Él y me han permitido compartirles de Su Palabra. Los visito una vez a la semana para compartirles la Palabra de Dios y orar por sus vidas. Estoy en espera de las Biblias ya que algunas personas me han pedido para poder leerla los días que no pueda visitarlos.
María del Socorro Gutiérrez
Cruzada Mexicana Ver todo
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Agradecemos a Dios por el ministerio World Missionary Press que nos hace llegar folletos como el que menciona la hermana Ma. del Socorro Hernández. Tenemos más de 15 títulos como éste que ponemos a las órdenes de nuestros lectores. La simple lectura de cada uno de ellos, llevará a los que los reciban a rendir sus vidas al Señor Jesucristo y así obtener salvación para sus almas.
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