¿Por qué deberíamos dejar de predicar?

Iglesia Torre Fuerte, pastora Irene Flores Trevizo
Saltillo, Coahuila

En Saltillo hemos vuelto al semáforo rojo por la pandemia porque hay rebrotes y ahora una cepa más agresiva. Esto también ha sido una razón de por qué la gente busca a nuestro Señor Jesucristo y del por qué se arrepienten de sus pecados.

Como Iglesia, sabemos que no debemos parar de compartir las Buenas Nuevas. Hasta donde Dios nos lo permita, seguiremos compartiendo Su evangelio. De una o de otra manera, Él siempre nos da las herramientas para hacerlo. 

Tal vez las restricciones se vuelvan más severas para evangelizar, pero habrá algún modo en el que podamos seguir compartiendo la Palabra de Dios a aquellos que aún no conocen de Cristo. 

Inclusive, hemos pensado que tal vez esta sea la manera en que viviremos por un tiempo indefinido, pero el Evangelio tiene que llegar a toda criatura, ese es el mandato de Dios para todo Su pueblo y debemos obedecer. La iglesia primitiva sufrió de persecución, mataban a los cristianos y aun así no dejaban de predicar. ¿Por qué, ahora, deberíamos parar? Siempre habrá un modo de seguir con la Gran Comisión y cuidarnos de toda enfermedad, el resto lo hace Nuestro Padre Celestial.

Cada vez que salimos a evangelizar, vemos el respaldo de Dios, pues hay personas que aceptan a Jesús en su corazón y eso nos da ánimos y fuerzas para continuar trabajando en la obra de Dios. Somos testigos de que hay recompensas. Los hermanos que nos acompañan están agradecidos con nuestro Señor por Sus diarias bendiciones. Queremos que las personas puedan entender que separados de Dios, nada podemos hacer. 

Por todo esto, continuaremos nuestros esfuerzos hasta que en verdad no podamos hacerlo.

Agradecemos a los hermanos de Cruzada Mexicana por el apoyo que nos dan con la literatura para regalar a cada persona. Un folleto que lleva una historia, con fundamento bíblico, puede reflejar las circunstancias de las personas que viven, frustradas, desesperanzadas o en los vicios.  Así llegan a conocer el amor de Dios y Su voluntad y pueden tomar una decisión acertada entregando su vida a Cristo.