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Llegó el momento en que entendí el gran amor de Dios por mi

Iglesia Poder de Dios, pastor Samuel Eleuterio Cruz
Acapulco, Guerrero

Siendo aún muy pequeño comencé a vivir una vida llena de amargura silenciosa y gran soledad. A la edad de 7 años fui atrapado por las garras del cigarro, quien al final de todo se volvió mi leal compañero por más de 50 años junto al alcohol, en medio de una vida llena de fracasos y derrotas.

Conforme fue pasando mi vida, llegué al punto donde tenía la necesidad de trabajar para hacerme de mis cosas. En mi búsqueda por conseguir un puesto gubernamental, llegué a quedar en manos de la Policía Judicial, donde mi vida se tornó aún más difícil de lo que esperaba. Mi propia familia me consideraba cómo un hombre de duro corazón, el deseo del poder y la venganza eran cada vez más notorio en mí. En mi corazón no existía más que el resentimiento y el odio hacia la vida.

A la edad de 50 años, mi vida dio un giro inesperado con la llegada del cáncer de garganta. Ese mismo año, mi esposa, conoció a Jesús y lo aceptó en su corazón.  Yo pensaba negativamente: ahora se agregaba a mi vida ¡lo que me faltaba, una religiosa en mi casa! A pesar de todo lo que en mi vida acontecía, mi duro corazón no quería reconocer cuan necesitado estaba de Dios.

A consecuencia del cáncer, tuve que ser intervenido quirúrgicamente donde perdí parte de mi boca. Sin embargo, me impresionaba que mi esposa siempre estuvo a mi lado, a pesar de todos los males que llegaban a nuestra vida.

En el año 2018, Dios puso en mi una dura prueba, mi esposa partió a su presencia; éste fue un golpe muy duro, un momento muy doloroso. Sentí como una parte de mi ser se desprendía de mi viday nuevamente la amargura y soledad se apoderaban de mí.

Hace un año, llegaron a mi hogar a visitarme los hermanos de la iglesia el Poder de Dios, dónde mi esposa se congregaba.  Llegaron con el deseo de alentarme, y estuvieron visitándome de manera constante. Recuerdo que en una ocasión me dejaron un folleto de título Tu adicción tiene solución, su mensaje llenó tanto mi corazón que pude comprender la gran necesidad del amor de Jesucristo en mi vida.

Las plegarias a Dios, que muchas veces escuché hacer a mi esposa, comenzaron a hacer efecto en mi vida, pues a medida que conocía más de Dios, sentía la necesidad de oír aún más de Él y de Sus promesas.  Casi sin darme cuenta, la soledad y la amargura se fueron alejando de mi vida y llegó el momento en el que entendí el gran amor de Dios para mi vida y lo acepté como mi salvador.

Nuera del hermano Fernando

Ahora, por medio del bautismo, confirmo mi compromiso a Dios, reconozco de manera pública que sin Él no soy nada y le agradezco de todo corazón porque a través de mi testimonio, mi nuera y su familia también han iniciado su andar en el camino de verdad y vida. Mi mayor deseo y anhelo es que por medio de mi testimonio, muchas personas que me conocieron, como ese viejo hombre lleno de adicciones, puedan ver lo que Dios ha hecho en mí, por medio de un folleto.  Quiero que se den cuenta, lo que Él puede hacer por ellos también, siempre y cuando entreguen su vida de manera integra a los pies de Dios.

Fernando Pedraza

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