Folleto: ¡Ten ánimo, hay esperanza!

Un hermoso testimonio que nos explica como no basta con creer en Dios sino tenemos que invitarlo a nuestro corazón.
Un folleto que puede ser utilizado en cualquier momento y en especial para compartirlo con personas hospitalizadas, enfermos en general o que se encuentran al borde de la muerte o con temor a ella.
Puedes leer aquí: ¡Ten Ánimo, hay esperanza!
¿Ya lo conocías? Compártenos un testimonio acerca de cómo lo has utilizado y cómo ha sido de bendición para ti o para las personas a quienes lo has compartido.
Si te interesa conocer más de los folletos que tenemos puedes consultarlos aquí: Catálogo de Folletos
También contamos con material de edificación y consolidación que puede servirte para conocer más del amor de Dios: Herramientas de Discipulado
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“Ten ánimo, hay esperanza” es un folleto que miles de cristianos, por muchas décadas, han entregado en las manos de personas que están hospitalizadas -muchas veces- en terapia intensiva. También se entregan a los familiares de esos enfermos que están esperando noticias del desarrollo de la enfermedad de sus seres queridos. Dios ha tocado muchas almas y ha llevado el consuelo que nadie más puede dar, en momentos de incertidumbre y angustia. Asimismo, se ha entregado a médicos y enfermeras que testifican que es un mensaje muy alentador en momentos en que las personas sienten temor a llegar al final de sus días.
Testimonio.- Hace varios años, saliendo de la Iglesia Monte Hermón, se me acercó una hermana para darme las gracias por haberle regalado 100 folletos de “Ten ánimo, hay esperanza”. Ella acostumbraba a visitar hospitales y dejar alimentos para los familiares y literatura como ésta. Un día, los familiares de una enferma terminal le pidieron que se fuera y los dejara en paz, que no querían que los importunara en esos momentos tan difíciles. Sin embargo, la madre de aquellas personas -que era la enferma- pidió a la hermana Nora que siguiera visitándola y no hiciera caso de lo que decían sus hijas. La hermana, por prudencia, buscaba los momentos en que la familia se iba para regresar a orar por aquella mujer, quien finalmente murió.
La hermana Nora siguió visitando enfermos en el hospital, pero una tarde, alguien llegó a su hogar. Eran las hijas de aquella mujer, vieron el sello en el folleto que Nora había dado a su madre que tenía su domicilio. La visitaron para decirle que las últimas palabras de su mamá fueron que conocieran el Evangelio que Nora predicaba y reconocieran a Jesús como su Salvador, como lo había hecho ella en sus últimos momentos.
Nora las invitó a seguir visitándola y por varios meses les estuvo impartiendo el curso Camino a la Felicidad y las invitó a visitar la Iglesia cuando sintieran deseos de congregarse con otras personas que también buscan conocer más de Jesús y Sus promesas de vida eterna.
Tú que lees este testimonio, haz la prueba de regalar un folleto a cuantas personas se crucen en tu camino, y ten la seguridad que la palabra de Dios siempre dará fruto. Tal vez tú no lo veas, pero así es como el Evangelio ha recorrido todo el mundo a lo largo de 20 siglos.