¿Con qué limpiará el joven su camino?

Iglesia Torre Fuerte, pastor Jesús Méndez
Aguascalientes, Aguascalientes

Durante este tiempo, por causa de la pandemia, las autoridades prohibieron predicar el Evangelio de Jesucristo en las calles, parques o realizar eventos evangelísticos; aumentaron la delincuencia, los asaltos, y secuestros, sobre todo por adolescentes y jóvenes, quienes al haber sido seducidos por las drogas, es la forma en la que obtienen recursos para sus vicios.

Gracias a Dios, nuevamente tenemos la oportunidad de visitar los centros de rehabilitación que están llenos de estos jóvenes. Vamos para predicarles la Palabra de Dios con la finalidad de que en Cristo encuentren amor y compasión y que sus vidas sean transformadas por el poder del Espíritu Santo.

Durante una de nuestras visitas, nos comentó el director de uno de estos centros, que el número de jovencitas con problemas de alcoholismo y drogadicción había aumentado drásticamente.

Son tiempos muy peligrosos dónde el enemigo no descansa y esclaviza a gran cantidad de jóvenes. Les compartimos la Palabra de Dios, y les entregamos una Biblia. Creemos en las palabras escritas en el Salmo 119:9 “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar su palabra.” Dios tiene el poder para cambiar la vida de estos jóvenes.  Lo sé, porque yo estuve en estos lugares. 

El Señor me sacó cuando mi vida estaba sumergida en delitos y pecados. Era el mes de marzo del año 2012 y había consumido demasiada mariguana y drogas sintéticas. Sólo recuerdo que estaba debajo de un puente cuando la vida se me acababa. Dios en Su misericordia envió un ángel que me levantó y me llevó a un centro de rehabilitación, dónde permanecí muchos meses, recibiendo terapias para rehabilitación. 

El mes de diciembre del mismo año, llegó un grupo de hermanos a compartir alimento, y el pastor comenzó a predicar la Palabra de Dios.  Mencionó unas palabras que llegaron a lo profundo de mi corazón. Cuando comenzó a hablar de Saulo de Tarso y su historia en Hechos 26:14-15. En ese momento, pasó algo en mi ser que me quemaba dentro de mi corazón, lloré como jamás había llorado.  No me importó que mis compañeros me vieran llorar. A partir de ese momento, sentí que Cristo perdonó mis pecados. Le prometí que predicaría Su Palabra, en todo lugar al que Él me llevara.  Estoy convencido que estos jóvenes a los cuales hoy les he entregado una Biblia para que la escudriñen, serán transformados por la Palabra de Dios, como me transformó mí.

Oremos para que pronto tengamos a estos jóvenes dando testimonio de que han entregado su vida a Cristo, y cómo el Señor ha cambiado sus vidas. 

Agradecemos a Cruzada Mexicana por apoyarnos con Biblias y folletos para continuar con la Gran Comisión. Dios les bendiga.

Humberto Placencia