Todo es por la gracia de Dios
Centro Penitenciario, Jalisco
Llegué aquí en la comunidad terapéutica a finales del mes de septiembre 2020. Físicamente llegué bien apaleado por las drogas y el alcohol. Los hermanos del centro me ayudaron ya que llegué destruido y como un muerto viviente o como un zombi, con un cuerpo muy delgado, espiritualmente destruido y emocionalmente mal, muy mal, con un delirio de persecución además de delirios auditivos y visuales.
Así fue como llegué aquí a la congregación, llorando en cada reunión intentando encontrarme a mí mismo y sin saber qué sería de mí. Pero Dios tenía otros planes para mí, y mis hermanos me empezaron a ayudar en las reuniones y me ayudaron a recordar de dónde vengo y porque estoy aquí. Así empecé a recordar de dónde vengo y el daño que he hecho a mi familia, y a mí mismo a través de consumir sustancias que me quitaban el hambre, el sueño y las ganas de vivir.
Poco a poco, empezó el cambio. Yo hacía lo que los hermanos me indicaban en las reuniones. Aprendí a darle gracias al creador del cielo y de la tierra por todas las bendiciones que empecé a identificar y así todo empezó a cambiar. Hoy puedo contarles que todo es diferente, mi cuerpo se ha recuperado; mi mente está sin daños y sobre todo, mi espíritu tiene hambre de la Palabra de Dios.
Hoy soy Juan José, y vivo sin drogas y tengo una nueva familia en Cristo Jesús, mi nueva familia. Gracias a ellos y a Dios, hoy tengo ganas de vivir para servir primeramente a Dios y a todos los que lo necesiten, y sobre todo me volví a ganar la confianza de mi familia. Creen en mí y yo volví a confiar en ellos. Creo que la gracia de Dios sí funciona, si no, deberían verme, ya estoy bien gordito, gracias a Dios.
Hoy me preparo mental y espiritualmente, me siento fortalecido físicamente, y ya no lloró en las reuniones por no saber quién soy, ni de dónde vengo, ni por dónde tengo que ir.
En el tiempo que llevo aquí en la clínica, he puesto los pies en la tierra, y sé quién soy y qué es lo que quiero. Soy Juan José y quiero ser mejor persona y prepararme y crecer espiritualmente cada día más para lograr mis sueños, que son estar con mi familia y vivir sin drogas y sin alcohol.
Hoy lloro, pero de felicidad porque cada día me siento mejor conmigo mismo y con Dios.
Sí se puede cambiar si uno se lo propone pero con el apoyo del Señor, a Él doy las gracias. ¡Amén!
Agradezco a Dios porque el estudio que recibí de Cruzada Mexicana, El camino de la felicidad, y mi Biblia cambiaron mi corazón cuando me empezaron a discipular. Pude salir de las drogas y ahora que doy este paso y Dios me lo permite, me puedo bautizar. Es una gran oportunidad de ser salvo, y comenzar de nuevo, pero con Jesucristo y mi familia.
Juan Becerra Estrada
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