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Prometí a Dios que lo serviría

Iglesia Sol de Justicia, pastor Alejandro López
Chihuahua, Chihuahua

Mi vida estuvo envuelta en las drogas y el alcoholismo. Desde muy temprana edad. Mi padre nos daba el ejemplo, llegaba a casa alcoholizado y drogado, maltratando a mi madre. Invitaba a sus amigos para tomar y drogarse en nuestra casa.

Yo decía que nunca seguiría los pasos de mi padre, pero a la edad de 10 años, comencé a refugiarme en las pandillas, conocí el alcohol y más tarde las drogas. Así fue como probé todo tipo de aditivos e inhalantes; todo tipo de drogas y hiervas. Así pasé mi adolescencia y juventud.

En medio de todo ese ambiente, conocí a una chica que posteriormente se convirtió en mi esposa. Tuvimos nuestra primera hija y en ese punto de mi vida comencé a replicar lo que mi padre hacía cuando yo era un niño.

Caí en la cárcel por 3 años, éste lugar no sirvió para rehabilitarme, mis adicciones aumentaron y después de cumplir mi condena, salí y comencé de nuevo a llevar mi vida con las pandillas. Le fui infiel a mi esposa y ella se alejó de mí. En ese lapso, quedó embarazada de nuestra segunda hija y aún con eso yo no desistía de mi infidelidad.

Pasó el tiempo y llegó el momento en el que me sentía harto y cansado de este estilo de vida. Una enorme depresión comenzó a atacar mi vida a causa de la separación con mi esposa. Busqué refugiarme en los grupos de AA, pero no me funcionó para nada. Yo decía que estaba saliendo adelante pero la verdad es que dentro de mí aún no aceptaba mi adicción.

Una noche, en mi estado de locura, salí como loco a caminar a la calle y me encontré con un varón de nombre Roberto. Él me dijo: “Te he visto desde hace tiempo y puedo sentir tu necesidad de cambiar de vida. Pero el único que lo puede hacer es Dios, acércate a Él, entrégale tu vida, y Él te ayudará.”

Desde esa noche en que comencé a buscar de Dios, lo reté, si en verdad Él transformaba mi vida, yo le iba a servir. Poco a poco sentí como Dios comenzó a obrar en mi vida, comencé a congregarme en una iglesia, mi esposa regresó conmigo y comenzamos a tener un hogar estable. Todas las noches oraba por la vida de mi esposa, sin embargo, llegó el día en que ella me dijo: “Ya no puedo seguir así, quédate con tu Dios y yo me voy aparte con el mío.”

Dios siguió trabajando en mi vida y hasta el día de hoy, Él me ha mantenido firme en sus caminos. Ahora estoy preparándome para cumplir con la promesa que le hice de servirle.

Estoy muy feliz por conocer a Cruzada Mexicana, y por el apoyo con material de evangelismo para llevar la Palabra de Dios a los Centros de Rehabilitación dónde estamos trabajando fuertemente con los internos.

Con esta capacitación de evangelismo que nos brindaron, tengo más claro el proyecto y el propósito de Dios en la vida de los internos del centro de rehabilitación. Además, este curso ayudó para que más hermanos de nuestra congregación se unan a esta visión de evangelismo en nuestra ciudad.

Gracias por la capacitación y las herramientas, como los folletos y el libro Atrapado y Libertado con el cual estaremos entrando al corazón de los internos de los centros de rehabilitación.

Iván Aguiñaga

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