Compartiendo la Palabra de Dios en el trabajo

Iglesia Puerta del Cielo, pastor Miguel Pineda Guevara
Bahía de Banderas, Nayarit
Hace unos meses fui contratado para iniciar unos trabajos de reparación en un fraccionamiento privado, cercano a la zona hotelera de la ciudad. La mayoría de las personas que viven ahí, son empresarios, dueños de negocios reconocidos y que por el tipo de vida que llevan, no siempre están abiertos a platicar con las personas y mucho menos si son personal de mantenimiento.
A pesar de la vida de opulencia que llevan, pude notar que no eran felices, vidas rutinarias y programadas para ejecutarlas cada día. Sentía el ambiente, frío; podía notar algunos hogares dónde el amor a los hijos se demostraba con dinero y con libertinaje. Pude comprender que no todas las personas llevan una vida feliz, a pesar de tener muchos recursos económicos. Aunque muchos de nosotros pensamos que son felices, pero sólo es la apariencia.
En el tiempo que estuve trabajando, en este lugar, hice algunas amistades con personas empleadas de algunas casas; con trabajadores en las casetas de vigilancia y otros compañeros más. Entre las pláticas que teníamos, pude conocer sus inquietudes y pude ir introduciendo la Palabra de Dios en sus vidas.
Una tarde, me encontraba en casa descansando cuando recibí el mensaje de una de las personas que trabajan en la caseta de vigilancia y me comentó que estaba pasando por un momento difícil en su vida. Me trasladé hasta el fraccionamiento para poder platicar con ella y aprovechando el momento le obsequié el folleto El Poder de Dios. Le dije que lo leyera en sus ratos libres, que el encontraría la solución a muchos de sus problemas. En un principio, no quería aceptarlo, pero finalmente lo tomó.

Días después, encontré nuevamente a esta persona, me comentó que había leído el folleto y que le había gustado mucho, porque había encontrado la solución a muchas de las interrogantes de su vida. Me alegré mucho y le comenté que regresaría para seguir platicando con ella. De esa manera, durante unas semanas estuvimos platicando de la Palabra de Dios y compartiendo los folletos que Cruzada Mexicana nos ha otorgado.
Esta amistad dio paso a hacer visitas los fines de semana en su domicilio para conversar con su familia sobre la Palabra de Dios. De igual manera, esto abrió más puertas. Después de 2 meses de compartir el mensaje de salvación, nos dieron el permiso para asistir una vez por semana, junto con la hermana Jimena, al fraccionamiento y compartir el mensaje de salvación en algunas casas en las que he trabajado.

Dios nos ha dado el respaldo, Su Palabra ha sido compartida en muchos hogares y algunas de estas familias han reconocido que necesitan de Dios en su corazón para tener la felicidad que tanto han buscado y que el dinero no les ha dado.
Oramos mucho a Dios para que nos permitan iniciar algunos grupos de discipulado, y en un futuro establecer una pequeña misión o reuniones con las familias que sean alcanzadas a través de Su Palabra.
Categorías