CRUZADA MEXICANA

La gran Comisión no consiste solo en  presentarles a las personas el Evangelio, es necesario quedarnos con ellos para instruirlos en las enseñanzas de Cristo y, que estos a su vez las puedan llevar a la práctica, tal como lo expresan  las Escrituras en Mateo 28: 19-20.

“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”

A menudo caemos en el  error de limitarnos a la parte de Ir y tal vez a  entregar un folleto, pero este solo es el primer paso del proceso; de ahí sigue   bauticemos,  posteriormente discipular, lo cual se  puede hacer ya sea en sus propios hogares o en algún lugar destinado para este ministerio, por ejemplo, el templo.

El discipulado es sumamente importante, sí lo que realmente queremos hacer, son discípulos, entonces, es la parte más importante  del evangelismo;  no podemos prescindir del discipulado. En el discipulado se llega a conocer de manera profunda e íntima a  Cristo, se adquiere el conocimiento de la Palabra que nos permite  vivir la vida cristiana que agrada a Dios, también forja el carácter, y conduce a la  madurez  espiritual: ¡Aprendemos, practicamos y vivimos  como Jesús vivió!

“El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo”. 1 Juan 2:6

El resultado de no discipular   llega a ser sumamente caro para la Iglesia. Las consecuencias van desde fomentar la ignorancia acerca de  Dios y su Palabra en las personas, de manera individual y/o congregacional en la  iglesia, esto  acarrea conflictos entre los miembros y propicia un ambiente idóneo para caer en errores, lo cual conduce a  adoptar prácticas y enseñanzas anti bíblicas por la falta de discernimiento bíblico.

Hay que agregarle la inmadurez  de la Iglesia: ¡Una Iglesia débil por la falta de conocimiento de Dios! Una iglesia en esa condición jamás podrá afrontar los retos y las pruebas a la que debe ser sometida. No olvidemos que estamos librando una guerra continua, si, una batalla por permanecer en la verdad, predicar el Evangelio y así cumplir la voluntad de Dios. Y si nuestra confianza no está puesta en Dios entonces inevitablemente sucumbiremos ante las pruebas.

La confianza se adquiere y se madura en la medida  que un discípulo conoce a Cristo. Juan escribió que todo aquel que permanece en Cristo debe andar como Cristo anduvo, esto es,  sujetándose y practicando cada una de sus enseñanzas; siguiendo su ejemplo, este conocimiento se adquiere a través del discipulado por medio del estudio sistemático de la Biblia (de manera específica, en los Evangelios). Y si permanecemos en su Palabra, guardándola y practicándola debemos  estar seguros  que la victoria nos aguarda.

“Bendito es el hombre que confía en el Señor,
cuya confianza es el Señor.
 Será como árbol plantado junto al agua,
que extiende sus raíces junto a la corriente;
no temerá cuando venga el calor,
y sus hojas estarán verdes;
en año de sequía no se angustiará
ni cesará de dar fruto·. Jeremías 17:7-8

 Jesús discipuló durante 3 años a su grupo de seguidores,  el resultado que obtuvo fue impresionante, vidas transformadas, mentes entrenadas, y corazones rendidos a Su voluntad. Ahora, sí, capacitados para salir al campo y brillar en un mundo opacado por la maldad.

Piénsalo bien, el discipulado es Bíblico, imprescindible y  parte obligada del proceso de Evangelismo para cumplir con el propósito de formar discípulos.

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¡Oh Señor, guíanos en el proceso de ir y hacer discípulos,

Ayúdanos a amar tanto tú Palabra, que tengamos esa sed desesperada

de darla a conocer a otros.

Dótanos del amor y la paciencia necesaria

para rendir nuestras vidas a tu servicio,

Y dar nuestro tiempo a la evangelización de los perdidos!

 ¡Consigue literatura para empezar a discipular a otros!