DESCANSANDO EN ÉL

Nuestra vida está en sus manos. A lo largo de nuestra vida pasaremos por diferentes circunstancias que nos revelaran que todo en nuestras vidas sólo depende de Él.
El trabajo en el Ministerio no es una tarea fácil. Este suele ser para quienes están realmente comprometidos un trabajo extenuante. Recuerdo que en mis años de inició, el Señor se iba encargando de mostrarme paso a paso cada una de mis áreas de debilidad. Y una de esas áreas, era mi falta de confianza en él. Tenía mucho de mi “yo” para “ayudarme”. Tenía mucha fuerza y egocentrismo para convertirlo en “energía para la obra de Dios”. ¡Como si en verdad Dios necesitará mi ayuda!.
A menudo, me concentraba mucho en mis capacidades para obtener resultados en el Ministerio, pero la realidad es que siempre terminaba exhausto y frustrado, a tal grado de perder la paz. Así es qué me preguntaba si, ¿valía la pena todo lo que hacía?, casi siempre me daba cuenta que no, todo esfuerzo humano sin la gracia de Dios, no era más que un derroche de energía en vano.
Con tanta presión y ansiedad por la falta de resultados, y las dificultades que siempre acompañan al Ministerio, la idea de desistir al llamado se mantenía presenté en mi cabeza.
Por si fuera poco, de pronto mi vida se complicó, a tal grado que no podía seguir cumpliendo con varias de las tareas que siempre me mantenían ocupado. Mi esposa debido a su embarazo, y con una amenaza de aborto terminó imposibilitada de hacer por su propia cuenta muchas cosas, y requería de mi apoyo y cuidado. Mi suegra cayó enferma en el hospital, y se necesitaba que algunas veces yo fuera a cuidarla durante todo el día. Todo esto, me hacia pensar que el ministerio se estaba cayendo, porque yo no lo estaba controlando todo.
Recuerdo que me había hecho una agenda tan apretada, que llegó el momento en que no la podía cumplir, y le preguntaba al Señor ¿porque?, pensaba que si Él me había dado un ministerio, ÉL también me daría lo que fuera necesario para desarrollarlo, algo que es cierto, pero que en este momento, y por alguna razón, parecía como que no se estaba dando. Imposibilitado de todo me rendí, y fue entonces que me abandoné en las manos del Señor.
Pronto el Señor me mostró que al estar yo tan ocupado, había dejado de confiar en él para esperar su provisión, y había decidido tomar el asunto en mis manos. Cuando hice esto, realmente comenzó mi fracaso , porque lo primero que se fue es el gozó, y en consecuencia la paz. Me estaba convirtiendo en una persona fría y mecánica, que no disfrutaba su trabajo en la obra del Señor. Y la fe poco a poco se extinguía. Entonces en mi desierto Clame al Señor, y el me escucho diciendo:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mat. 11:28
Pronto me di cuenta que mis “ circunstancias adversas” no eran más que la divina providencia actuando a mi favor, al no dejarme llevar las riendas de una obra que sólo Dios puede hacer. La Salvación de los perdidos es la obra de Dios, y los instrumentos humanos más efectivos han sido aquellos que han aprendido a confiar y a depender en Él ,para llevar a cabo cada fase del ministerio. Ahora entendía el porque de tantas calamidades, Dios en su amor me había llevado a tal grado que no podía hacer nada más que sólo confiar en Él.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28
Es como si literalmente me hubiera amarrado las manos, y dejado en un cuarto del cual no podía salir. Secuestrado por mi impotencia, clame al Señor y me rendí. Entonces le cedi el control de todo, y el alivio regreso. Esa paz sobrenatural que este mundo no puede dar. El descanso que proviene de Dios, que te conforta y te alienta a seguir adelanté.
Tan pronto como empecé a confiar de nuevo en el Señor, todo volvía a tener sentido. Las pruebas no eran más que susurros de Dios, para hacer volver mi atención hacia él, y decirme que mi sabiduría y fuerzas para la obra de Dios, las encontrare sólo en él. Descuidar nuestra comunión con Dios, con lleva un alto precio y un riesgo de hacernos inservibles, pero también infelices, porque el gozó del Señor lo encontramos en estar en su presencia.
¿Estas llevando las riendas de tu Ministerio? Si este es tu caso, creo que es tiempo de que le entregues el control al Señor, antes de que venga el colapsó.
Cuando el Señor nos controla, significa que Él nos está guiando, es cuando dedicamos constante tiempo a su búsqueda en la lectura de la Palabra y la Oración, para escuchar su voz, y nos dirija dentro de sus parámetros.
Jesús dijo:
¡Sin mi nada podéis hacer!, y creo que ningún cristiano, bajo ninguna causa, debería desear hacer algo sin él.
Categorías