Solamente con la ayuda de Dios pude salir adelante

Casa-Refugio de Varones Misericordia, pastor Agustín Enríquez Escalera
Paracho, Michoacán

Desde muy pequeño, la Palabra de Dios llegó a mi vida. Tuve el privilegio de nacer en un hogar cristiano, dónde a muy temprana edad comencé a ser instruido bajo los principios y preceptos de la Palabra de Dios. Durante mi infancia y mi niñez, fui llevado a la iglesia; mi círculo de convivencia eran los niños de la congregación. Siempre estuve bajo el cuidado de mis padres, nunca tuvimos carencias, podría decir que todo era perfecto.

Pero, llegó la etapa de la adolescencia dónde empecé a ver las cosas de manera diferente. Había momentos en que me avergonzaba de ser cristiano cuando mis compañeros de escuela me hacían burlas y señalamientos.  A la par de eso, los cambios físicos que va uno presentando como ser humano hacían que me revelara más con mis padres y cada día me alejaba de los caminos de Dios.

El tiempo fue transcurriendo y llegados mis 18 años, me sentí con el valor suficiente de independizarme. A mis padres no les pareció muy buena la idea, sin embargo, ellos ya no querían seguir teniendo discusiones conmigo y se hicieron a la idea de que dejaría su hogar para empezar una vida de manera independiente.

Sentía que todo iba bien, siempre estaban ahí los amigos, aunque en mi familia, no estaban muy contentos por la decisión que había tomado. No obstante, seguían apoyándome en lo que más podían. Mi madre siempre me recordaba el no alejarme de las cosas de Dios, pues si lo hacía no me iría bien en la vida. Pero como todo joven, hice caso omiso a las palabras de mi madre. Creía y pensaba que podía hacer todo, que no necesitaba la ayuda de nadie.

Poco a poco, el enemigo fue cautivando mi vida y a los 25 años, ese joven con sueños e ilusiones de una vida perfecta como la de su infancia, se había esfumado. Ahora, sólo quedaba una persona ahogada en el alcoholismo, deudas y solitario, pues ese círculo de amigos que siempre había tenido, se fueron alejando cada vez que me hundía en los vicios y la perdición. Tuve que llegar al grado de tocar fondo y conocer la miseria para entender que todo lo que mi madre algún día me dijo, se había cumplido. Por haber seguido mi sabiduría humana y no haberme dejado guiar por Dios, el enemigo me arrebató todas esas bendiciones y me las cambió por miseria y perdición.

Fue hasta que me encontré solo, tirado en las calles de la ciudad y atado a los vicios, que pude comprender cuán importante es vivir bajo los estatutos y promesas que Dios nos dejó estipulados en Su Palabra. Pero las oraciones de una madre y un padre siempre llegan a tocar el corazón de Dios y así fue como, en medio de toda esta situación, Dios tuvo misericordia de mí y fui alcanzado por Su inagotable amor y perdón.

Por medio del folleto Tu adicción tiene solución, pude encontrar las palabras de consuelo y sanidad que tanto deseaba en lo más profundo de mi corazón.  Así fue como llegué hasta el Refugio de Varones Misericordia, dónde fui recibido con amor y alegría.

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Pasaron cinco meses difíciles de lucha entre mi voluntad de ser una mejor persona y mi necesidad de probar el alcohol y las drogas. ¡Solamente con la ayuda de Dios, en oración, pude salir adelante! Fue una gran sorpresa para mis padres verme llegar a visitarlos a su hogar con una Biblia en mano.  Mi madre corrió de gusto a mi encuentro, me besó y me abrazó con tanto amor y cariño, algo que desde hacía muchos años no había sentido y pude conversar con ellos en paz y armonía.

Hoy estoy dando el siguiente paso de obediencia, haciendo pública mi decisión de servir a Dios íntegramente con todo mi corazón y mi alma, bautizándome y dejando a un lado al viejo hombre y haciendo ver en mí al hombre nuevo, aquel que Dios trajo de las tinieblas a su luz admirable.

Ricardo Morales

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