LA AVENTURA YOREME, Por Heber Glz.

LA AVENTURA YOREME.
Por Heber González.
Cuando emprendí este viaje no sabía mucho del lugar hacia donde me dirigía, solo sabía que era una pequeña comunidad como a una hora después de pasar Navojoa en el estado de Sonora. Esto es parte de este trabajo, algunas veces se considera parte de la aventura que vive un misionero, pero en otras te pone a pensar en los riesgos que se corren y finalmente te lleva a confiar en Dios. Cuando Él dirige tu camino nunca puedes saber hasta dónde te llevará, hasta que ya estás en el viaje.
Mi trayecto duró más de nueve horas montaña abajo, atravesando toda la sierra de Chihuahua desde Cuauhtémoc a Yekora para por fin llegar a Sonora. De ahí viajé hasta Obregón y transborde a Navojoa para verme justo afuera de la central de camiones con el hermano Isaías Martínez, quien me llevaría hasta San Pedro un pequeño pueblo de origen Mayo o Yoreme , grupo indígena que se estableció a lo largo del rio Mayo. Aquí empezaría nuestra travesía de 3 días con la misión de despertar y movilizar a la Iglesia para que se aliste para salir a sembrar la semilla del Evangelio en un campo que está listo para esa siembra.
Ésta es la labor que desarrollamos en Cruzada Mexicana a través de la impartición de cursos de evangelismo, a través de lo cual proveemos de instrucción y motivación para que la iglesia despierte a la necesidad de predicar a Cristo.
Tan pronto como descendí del autobús, eran aproximadamente las 9 de la noche y me encontraba dentro de un pequeño auto blanco en compañía de 2 hermanos a los cuales recién conocía. Abandonamos la ciudad para internarnos en un camino pedregoso a campo abierto. En un País tan inseguro como el nuestro, uno piensa en lo peor que le puede pasar, pero luego uno asume que Dios está en control de su vida y es como encontramos valor y paz.
El cansado viaje me tenía hecho trizas; una sola cosa me pasaba por la mente en este momento y era la de llegar pronto a descansar. Después del trayecto noté que íbamos llegando al pequeño pueblo, nuestra primera parada fue con el Pastor de la Iglesia Bautista de la localidad quien ofreció hospedarme. Después del saludo y la breve charla de presentación fui dirigido a un salón que sirve como centro de traducción de la Biblia donde hermanos voluntarios trabajan en escribir el Nuevo Testamento en lengua Mayo. Allí mismo me habían preparado un sofá para mi descanso.
Por esa noche no supe más, ni el intenso calor pudo interrumpir el pesado sueño en el que pronto caí. A la mañana siguiente, después del desayuno nos dispusimos a conocer un poco el lugar. En San Pedro las personas viven principalmente de la agricultura, también me entere que es una región que ha sido declarada por el Gobierno como zona marginada debido a las pocas oportunidades laborales y la extrema pobreza que padecen sus habitantes. Un lugar de clima muy caluroso con temperaturas de hasta 55 grados en verano y una media de 35-40 en invierno. Hasta aquí nos trasladamos para establecer contacto con los pocos Pastores de la comunidad quienes afrontan grandes desafíos principalmente para lograr su propio sostenimiento, ya que la región es muy pobre, pero a pesar de las necesidades ellos continúan adelante desarrollando el ministerio y a la vez trabajando en el campo para el sustento familiar. Situación que me hizo reflexionar cuando en las ciudades o en mejores circunstancias no valoramos el gran privilegio que nos fue dado, perdemos de vista el objetivo principal y nos entregamos al placer que nos brinda la comodidad dejando de hacer realmente la obra para la que fuimos llamados. Y aquí cuando el panorama es tan contradictorio a lo que estamos acostumbrados a ver en la ciudad, los hermanos parecen más comprometidos con su misión, tal vez sea porque no tienen mucho a que renunciar, ya que prácticamente pudiéramos decir que materialmente no tienen nada, pero ahora que lo pienso bien parece ser mejor esta condición, vivir sin ataduras, sin obstáculos que te impidan entregarte totalmente a la voluntad de Dios. Aquí es cuando el proverbio cobra mucho sentido, “Hay quien pretende ser rico, y nada tiene; hay quien pretende ser pobre, y tiene una gran fortuna”. Pr 13:7.
Me pregunto si acaso habrá una mayor riqueza que el del privilegio de seguir a Cristo, y si además es librado de los obstáculos que representan comúnmente los afanes que te impiden entregarte de todo a Él.
Al día siguiente por la tarde pudimos entrenar con el Curso Práctico de Evangelismo a voluntarios de 3 congregaciones. Tiempo en el cual los hermanos se mostraron muy interesados y reflexivos sobre la oportunidad de compartir el Evangelio a sus amigos y familiares, a compartir el mensaje que los hará ricos espiritualmente. Entendieron el llamado y nos dijeron que cuanto antes empezarían a evangelizar en sus comunidades.
Los hermanos Isaías y su esposa Norma son una pareja misionera y fueron quienes nos guiaron en nuestro recorrido por la zona y así llegar a las diferentes iglesias para impartir los entrenamientos de Evangelismo. Viajamos en camión, pidiendo “aventón” y a veces usando una motocicleta, fueron los medios por los que nos trasladamos a los distintos puntos para llegar a los hermanos que nos estaban esperando.
Entrenamiento con pastores y miembros de las Iglesias.
En cada lugar que visitamos, se podía percibir el sentimiento de abandono que sufren la gran mayoría de ellos, ya que no cuentan con el apoyo de sus organizaciones y subsisten con muy pocos recursos, pero el Señor es bueno y al igual que la iglesia pobre de Esmirna, Él los sostiene y anima en medio dé muchas penalidades. Durante mis tres días en el lugar penosamente debo confesar que sólo me pude bañar en una ocasión, no había agua en el lugar, y solo por una hora durante el día era posible encontrar un leve chorro en las tuberías y si a esto le sumamos el calor, ya se imaginarán las penurias que debimos pasar, pero como buen misionero de Jesucristo, he aprendido a no centrarme en las dificultades para sufrir menos, y mejor enfocarme en lo que es importante: la misión y visión que me llevan a esos lugares; la necesidad espiritual de la Iglesia que visito y las almas que están esperando que alguien les lleve el Evangelio de Jesucristo. Eso debe ser mi prioridad: Amar como Cristo amó y, ¿porque no? sufrir como Él sufrió, aunque en realidad mis sufrimientos no son nada comparables con los que padeció Cristo, pero el pensar en ello ayuda mucho a superar cualquier obstáculo que se pueda presentar.
Los habitantes de estas regiones son de origen de la etnia de los Mayos, mestizos y una mezcla de ambos. La mayoría habla Español. Los adultos y unos pocos jóvenes aún conservan su idioma original. Actualmente el Gobierno impulsa un programa para rescatar esta lengua al asignar como materia obligatoria el estudio del Mayo en la educación primaria en toda la región indígena. En San Pedro el Pastor de la Iglesia Bautista forma parte de un grupo de voluntarios que trabajaron en la traducción del Nuevo Testamento a este idioma, y que tienen como sentir el evangelizar a los ancianos y a aquellos que viven en las regiones apartadas que no hablan o entienden bien el Español.
El Pastor Pedro Valenzuela nos comentó que unos dé los problemas que se presentan es que al evangelizar a los lugareños en otra lengua que no es su idioma original, no llegan a comprender bien el mensaje del Evangelio ya que por los ajustes semánticos de un idioma a otro, se pierde el contexto y a menudo se presenta confusión. Debido a esta necesidad surgió la iniciativa para colaborar con Cruzada Mexicana en la traducción del curso de Discipulado “Camino a la Felicidad” y de algunos folletos para evangelizar a esta etnia.
El hermano Isaías Martínez, quien es muy conocido en la región por su labor misionera que ha desarrollado durante años, oriundo de esta comunidad y durante nuestra estancia en su tierra nos compartió parte de su herencia Mayo. Sufridos y alegres son dos contrastes que sobresalen en la mayoría de ellos, tal vez por años dé discriminación que poco a poco parece estar cambiando, y no porque sean más aceptados, sino porque los Mayos están emigrando y renunciando a su identidad y cada vez más se están mezclando con el resto de los mexicanos, lo que pone en peligro la supervivencia de la raza.
Pudimos estar en tres congregaciones y bendecir a los hermanos. El precio de trasladarnos grandes distancias, invertir dinero y correr el riesgo es poco con la gran obra que Dios está emprendiendo a través de nuestros pequeños actos, que a la vista pueden percibirse como insignificantes y de poco valor, pero una vez que puedes ver más allá, y darte cuenta que Dios no escatima el costo cuando se trata de que su Iglesia haga su voluntad, sentimos que todo valió la pena. El Señor Jesús puede hacernos atravesar todo un océano con el propósito de movilizar a una pequeña congregación para que conozca el Evangelio y así llamar a Sus escogidos de los rincones menos pensados.
El lunes por la mañana mi estancia en este lugar terminaba. El Pastor Valenzuela tocaba el claxon de su moto a las 5 de la mañana anunciándose listo para llevarme al pueblo vecino a tomar un camión que me llevaría hasta Ciudad Obregón para de ahí regresar a casa. En las vísperas del amanecer y con la noche aun encima nos encontrábamos en trayecto a Bacobambo a bordo de la vieja motocicleta que no tenía luces mientras que el Pastor Pedro conducía. Yo con una mano agarraba fuertemente mi maleta y con la otra sostenía una lámpara de mano que nos servía como una especie de faro que avisaría a algún despistado que en medio de la noche oscura, dos locos avanzaban por la carretera rumbo a su destino tras haber completado un capítulo de la larga historia que previamente su Creador ya había escrito.
Mientras avanzábamos la corriente de aire frio se partía en dos al chocar con nuestras caras cuando en el horizonte más allá de los pastizales, una enorme luna llena y plateada nos acompañaba mientras yo me preguntaba si algún día regresaría, y me contestaba a mi mismo que lo más probable era que no, pero uno nunca sabe. Lo que sí sé es que después de esta faena si tan sólo un alma es llamada al encuentro con su Señor, esta travesía habrá valido por mucho la pena y sería por demás digna de volverse a vivir.
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